Un verano más la Resp.·. Logia.·. Rosario de Acuña participa en la ofrenda floral que organiza el Ayuntamiento de Gijón en homenaje a su más ilustre vecino: Gaspar Melchor de Jovellanos.
Los tiempos que le tocó vivir no estuvieron menos desprovistos de escollos que los actuales. La sociedad española vivía bajo el desgobierno y la involucion reaccionaria de los reinados del incapaz Carlos IV y su nefando hijo Fernando VII, cuyos tejemanejes concluyeron con la invasión del país por las tropas de Napoleón y el nombramiento de su hermano José a título de rey.
La invasión de la península por el ejercito fráncés desgarró y dividió al país como nunca antes. Todo el mundo se vio compelido a tomar partido y el dilema no era menor. Por una parte estaba quienes propugnaban la defensa de la vieja España y de sus instituciones, lo que debía concluir con la expulsión del invasor francés, y cuya opción conllevaba de algún modo el apuntalamiento de las rancias y caducas instituciones del Antiguo Régimen, de una monarquía corrupta y retógrada, o por ejemplo con la perpetuación del Tribunal de la Santa Inquisición; frente a los llamados afrancesados, quienes trataban de introducir con más pena que gloria en el Gobierno y en la sociedad española muchas de las ideas reformistas y liberales nacidas al amparo de la Revolución Francesa.
Como tantos otros, Jovellanos se decantó por la defensa del país del invasor francés, aun habiendo sido propuesto para formar parte del gobierno del rey invasor, y aun sabiendo que la modernidad, la justicia y el futuro eran ideas que sólo podían llegar del otro lado de los Pirineos.
Jovellanos jamás cejó en su intento por modernidar el país y mejorar la vida de sus ciudadanos. Fue un político más volcado en el pragmatismo de la acción – hechos son razones- , que en el diletantismo de los políticos de salón, tan frecuentes. infecundos y gravosos para el desarrollo de las naciones. Bajo sus auspicios se desarrolló por ejemplo de modo incipiente la industria minera en el norte de España, la obra pública de toda índole y las reformas de colegios para la mejora del ejército, de la naútica, o de la minería entre otros. Su obra comprende la creación literaria, la pedagogía, la economía, el arte, la jurisprudencia, la política, la reforma agraria, incluso la botánica.
La acción reformista de Jovellanos, como la de otro puñadito de ilustrados españoles, siempre estuvo encaminada a la mejora de las condiciones de vida de sus conciudadanos y a la modernización de las instituciones y la gobernanza del país, lo que no impidió que por orden del ministro Godoy fuera desterrado a la isla de Mallorca y recluido en el Castillo de Bellver.
Siempre es un buen momento para reivindicar la vida, la obra y las ideas reformistas de don Gaspar. También en este mes de agosto. Que nunca deje de iluminarnos su ejemplo.

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